terça-feira, 6 de outubro de 2015

Mi biografía ecológica…
“Anda pero solo un ratito que ya serviré el almuerzo”, es la frase que recuerdo retumbando en mi casa cuando en cada momento libre me iba al campito de la esquina a jugar, a sentarme o a trepar algún árbol. Mi nombre es Aldo Rodriguez, nací en una pequeña ciudad en el litoral del Uruguay llamada Mercedes, o ciudad del Hum como las llamaban los aborígenes uruguayos o “la coqueta del Hum” como las personas mayores del pueblo se refieren a ella. Es una ciudad pequeña pero con una belleza inconmensurable. Parte de esa belleza se la debe al Rio Negro o Rio Hum que baña sus costas y comparte con nosotros sus paisajes de atardeceres y amaneceres llenos de color y olor a naturaleza. Caminar a lo largo del rio me lleva a recordar las playas a las que concurría durante el verano, o la isla, donde junto con mis amigos acampábamos, andábamos en moto o simplemente íbamos a pescar. Cuantas veces el aire de la isla me ayudo a pensar, a creer más en mí, a saber que todo estaba bien, o simplemente a sobrevivir al calor de mi querida ciudad.
Aparte del rio y la costanera, otro de los lugares que recuerdo de mi niñez es mi casa. No es la casa donde viven mis padres ahora, sino otra casa donde descubrí mucho del Aldo que existe hoy. Y creo que ahí también descubrí que no me gusta la jardinería ni las plantas. Mi mama tiene una devoción y un amor por las plantas que jamás vi. Ella les habla a las plantas, las atiende y las entiende…Debido a que ella no podía cuidar su jardín sola me pedía ayuda y yo no me podía negar. Sin embargo, al no entender ese amor por las plantas y no poder entenderlo, no lo desarrolle y en las casas en que he vivido después, las plantas no han tenido su lugar. Sin embargo, amo los animales. Desde muy chico rescataba gatos de la calle y los escondía para que mis padres no los descubrieran porque ellos preferían el jardín. Los gatos y los perros son para mí como amigos que me permiten volver a descubrir ese niño que hay en mí y que juguetea de a ratos en el hombre que soy.
En mi etapa de escolar nunca sentí hablar de educación ambiental. Conocí el ecosistema, conocí y aprendí sobre la contaminación, pero no quedo fijado en mi memoria un momento en que pueda decir que me enseñaron a cuidarlo. Yo aprendí a cuidar del lugar donde vivía por mí y por los valores que mis padres me transmitieron durante mi crecimiento. Asimismo, yo hice mi escuela primaria y secundaria en un colegio católico donde los valores transmitidos han tenido mucha influencia en mi pasado y mi presente. Hoy en día soy consciente de que el medio ambiente nos reclama por años de maltrato y descuido. Yo lo escucho y trato de evitar hacer cosas que lo dañen mas, pero aun así, no me he vuelto paranoico con ello, no siento esa necesidad de algunos que adoptan una filosofía de vida que conlleva principios muy arraigados que yo no creo poseer. Yo creo que si durante mi niñez y adolescencia hubiese conocido a personas más involucradas con la naturaleza y con su cuidado, sería un gran defensor porque amo la conexión que logro cada vez que me encuentro en contacto con ella. 

Um comentário:

  1. Antigamente não se falava muito sobre a conscientização com o cuidado do meio ambiente. E hoje podemos ver as mudanças nos hábitos das pessoas como você descreveu.

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